domingo, 4 de septiembre de 2011

Nuevamente en la cueva Tresierra

Este domingo, cuatro de septiembre, hemos vuelto a Jaramillo de la Fuente. Nos acompañan dos miembros activos del Grupo Espeleológico Edelweiss: Miguel Angel Rioseras y Juan Acha, completando la comitiva Elías Rubio y yo. Tras reunirnos con Domingo, el concejal de Jaramillo que estuvo en la anterior exploración, y tomarnos un confortante café de recepción en la casa Hidalgo, el todo-terreno de Juan nos aproxima a los cinco a Tresierra.


La cueva se encuentra inactiva hidrológicamente, igual que en nuestra anterior visita (10/07/2011), puesto que también la torrentera se encuentra seca en todo el recorrido que hemos realizado.



Mientras se hacen los preparativos en la boca de la cueva, Elías inspecciona los alrededores y encuentra, sobre la ladera de techo, una interesante torca. Simultáneamente a la internada de Juan por la cueva baja, desde el fondo de la torca recién descubierta, se oyen los golpes producidos por una piedra desprendida a propósito desde abajo. Se trata, por lo tanto, de un mismo fenómeno intercomunicado, aunque no conseguimos establecer contacto físico.


La torca está constituida por diversas fracturas en la roca, de igual naturaleza que la de la cueva, que forman un reticulado de bloques disgregados y hundidos, rellenados de material menudo y tierra. Forma un embudo en la ladera, de unos cuatro o cinco metros de profundidad, por unos ocho de diámetro mayor y unos tres en el fondo. Se abre entre materiales rocosos, seccionando rellenos terrosos muy estratificados. En el cuello del embudo, la cavidad se hace vertical, con una sección horizontal en roca de dos metros por medio. Tras descender unos cinco metros, Rioseras constata la colmatación del conducto por tierra suelta y bloques.


En la cueva inferior, Juan rebasa la angostura a la que se había asomado Elías en la ocasión anterior, constatando también la colmatación del conducto a unos tres metros más de profundidad. Esta zona se corresponde morfológicamente con el fondo de la torca, pues, lo mismo que esta, se conforma de bloques sueltos y tierra procedentes de la parte alta. Además, se ha establecido contacto acústico entre ambas partes. El agua que se sume en esta cavidad, en las épocas de crecida del torrente epigeo, ha tupido este fondo de saco con ramaje y barro, al tiempo que ha abierto nuevos puntos de pérdida en el suelo de la cueva, en un sector más cercano a la entrada.


Hay varias grietas en el interior de la cavidad baja, que parecen comunicar con algunos puntos de pérdida del torrente, abiertos a unos diez metros aguas arriba, en el cauce externo.


Domingo nos habla de una serie de pequeñas cuevas que se abren en un afloramiento calizo más cerca del pueblo, y cercanas a la zona donde se encuentra el manantial o Fuente de Jaramillo.

La torre de Jaramillo desde la campa de la fuente
La fuente de Jaramillo

Por la geología del área en la que se encuadra el conjunto, consideramos muy probable que se trate de la zona de surgencia de un sistema hídrico del que la cueva de Tresierra está en la zona de alimentación. Una y otra se encuentran en sendas fallas paralelas, de un conjunto de cuatro, representadas en la cartografía geológica a 1/200.000, entre las que el curso subterráneo se emplazaría perpendicularmente a ambas, cubriendo un recorrido de cerca de tres kilómetros.

Con la realización de la topografía de la cueva Tresierra y su unión mediante poligonal, con la torca superpuesta, terminamos una interesante jornada mañanera, favorecida por un atemperado día semi nublado y disfrutando de la contemplación de un singularísimo paisaje forestal.


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