Para la gente que miró al cielo desde el valle, sobre tierra llana, los actos asociados a lugares de donde procedían sus elementos vitales, serían los orígenes que condicionarían los nombres. Cueva Vanza, o del bol, de donde salía la arcila para el cacharrero. Cuevas de las Fraguas. La Rebulladera o Rumiadera, que antes de "salir" se la oía rumiar como a las vacas.
Cada historia humana pudo generar un nombre para un sitio, y cada nombre de paraje puede desarrollar una historia ya olvidada y reinventada. Cuando había gente trabajando en los surcos del campo, los nombres de los pagos permanecían agarrados al suelo y al paisaje. Un viajero podía saber de inmediato el nombre de la cueva que allí se abría, impresionante, minúscula u oculta. Hoy, ¿quién guarda los nombres de las cuevas que no se escribieron?
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